EL PODER
CURATIVO DE LA SERPIENTE
Los herpetólogos más osados atrapan en la
naturaleza letales mambas negras y crótalos... o descomunales anacondas
amazónicas. Luego llega el trabajo de laboratorio, donde se
manipulan y estudian las serpientes. Hoy por hoy, los científicos han
descubierto que bucear en lo más profundo de la biología molecular de estos reptiles
es más efectivo –y menos peligroso– para descubrir sus secretos que
ponerles las manos encima.
Sobre todo ahora que un equipo de investigadores ha
secuenciado por vez primera el genoma
de una serpiente venenosa, la cobra real; justo a la par, otro grupo ha hecho
lo mismo con el de una especie no venenosa, la pitón
de Birmania.
Estos trabajos simultáneos, publicados en la
revista Science, están permitiendo comparar ambas secuencias de ADN
y comprender las claves del surgimiento del veneno
de los ofidios, una sustancia para la que se vislumbran importantes
aplicaciones medicinales.
Las dos especies analizadas representan extremos
opuestos en los ofidios,
y esa divergencia ayuda a desvelar el camino de la evolución de estos animales:
la pitón birmana come de tres a cinco veces al año, y, para ello, estrangula a
su presa, en ocasiones más grande que ella. Una cena puede aportarle un tercio
de su necesidad anual de energía.
Por su parte, la cobra
real, el mayor ofidio venenoso del mundo –4 metros de largo–, ha desarrollado
una ponzoña que consiste en péptidos –moléculas formadas por cortas cadenas de
aminoácidos– y proteínas
que inmovilizan y matan a su víctima con gran rapidez.
Los investigadores esperan hallar en los
mortales venenos de las serpientes sustancias que sirvan para desarrollar medicamentos contra
muchas enfermedades.
Los péptidos y proteínas que producen estos reptiles se unen a las moléculas
que regulan la presión arterial
y la coagulación, lo que causa un fatal apagón en el sistema cardiovascular.
Otras serpientes producen toxinas que acaban con la
maquinaria celular del sistema nervioso. Pero esta forma de matar un organismo
tal vez posea las claves para curarlo. Escondidas entre las complejas mixturas
producidas por las glándulas venenosas de las serpientes, existen cadenas de
aminoácidos capaces de acallar el dolor o reducir la hipertensión.
Se cree que existen péptidos por descubrir que podrían prevenir infartos o
tratar el cáncer.


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